*
Aquella luz en el crepúsculo
me permitió ensoñarte
más allá de la vida y de la muerte.
En medio de las lágrimas
sobreviví al destino
con arena en el pelo
y fresas en las manos.
A veces me columpio
en un árbol de seda
mientras vislumbro
un aguacero en el silencio.
La belleza en la bruma
se extravía en la cueva
de las sombras oscuras de visiones.
Aquella luz de lluvia
sumergida en tu piel
me hizo sentir asombro y miedo
en el temblor de una gaviota.
En el minuto exacto
tu nombre es mi recuerdo.
Ana Muela Sopeña
viernes, 30 de marzo de 2012
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4 comentarios:
Ana, con qué mano de seda tratas el poema y lo inundas de lirismo. Muy bello. Con un abrazo.
Salud.
Gracias, Julio. Es una alegría saber que el poema te ha gustado.
Un abrazo
Ana
Cómo un faro que avista los recuerdos, intimista su luz, asombro y temblor, y gaviotas...
Realmente bello, meiga.
Un beso
Es un placer recibirte en mi espacio, Manuel.
Un beso de meiga
Ana
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