martes, 24 de abril de 2012

EN LA SOLEDAD DE LA MAZMORRA

*
La mirada sombría se rebela
en la soledad de la mazmorra.

Hay casas que parecen una cárcel
porque nadie se puede mover
en la dirección de sus deseos.

La escucha melancólica se abre
al umbral de la herida
nocturna como un vaso de alabastro.

Hay dormitorios que semejan una celda
donde el castigo
es siempre el mutismo.

El tacto que no palpa la belleza
y se queda en los números de la entidad bancaria
no puede contener su descontento.

Hay sábanas de hielo
en matrimonios fríos
que terminaron hace décadas.

El gusto se llevó todas las moras
y las frambuesas de los meses del inicio.

Hay hoteles de nieve y de granizo
donde los cónyuges pasean
su aislamiento sin nombre.

El olfato murió entre bambalinas
y se hizo cómplice de muros invisibles.

Hay bodas, funerales y bautizos
donde se exhiben las parejas,
para mostrar al mundo que ahí siguen,
pero a nadie consiguen engañar.

Los ojos que contemplan lo real
lo saben y lo ven.
Ya nadie piensa que esos seres están juntos,
tan sólo sus carcasas
se embarcan en acciones compartidas.

Hace años que sus almas habitan sin la sangre,
en la escisión del tiempo,
en la nostalgia...


Ana Muela Sopeña

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