jueves, 19 de abril de 2012

LA FURIA SE REFLEJA

*
La furia se refleja en la rosa de fuego subterránea.
La sal de las estatuas no permite avanzar en el camino
de la esencia del mundo. Los cuerpos se recrean
con los iris amados de lascivia.

Retazos de penumbra, sutiles subterfugios que se esconden
en cartas olvidadas o en viajes tan antiguos como el tiempo.

Precipicios con miles de mujeres que buscan sortilegios ya caducos,
para sentir los ojos de los hombres en sus pupilas suaves.

Sonrisas integradas con la noche en los lagos de seda y terciopelo.

Hay seres que se miran en espejos
sobre los escenarios de las calles,
consiguen sumergirse en utopías, más allá de relojes sin futuro.

En los acantilados de los lobos
hay cazadores listos para el ritual de pieles y de acero.

Parejas destinadas a ser vértigo se cruzan en las horas de la nada.

La gente ya no escucha en sus guaridas
los nombres melancólicos de niebla.

Un desencuentro extraño nos domina
a pesar de las líneas telefónicas,
los e-mails soñadores y los chats de los móviles.

La hostilidad se cierne sobre el párpado
de nieve consagrada a diosas frías.


Ana Muela Sopeña

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