*
La rosa consagrada
se presenta en el agua de la sangre,
para sobrellevar
la luz más silenciosa
de las heridas ásperas y cóncavas.
Un instante de lluvia es como un cáliz
que consigue de mí toda la sombra,
agazapada en cuevas sin un límite.
Soy pétalo de zinnia
escondido en las grietas del delirio
o en el sonambulismo de la noche.
Ana Muela Sopeña
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