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La ciudad laberíntica disuelta en horas lúdicas
regresa del pasado.
Nos escucha en la noche,
en el olvido mágico de un cuento.
Atempera las dudas del insomnio
nos rescata de grandes tempestades
y nos conduce siempre
por los acantilados del subsidio.
Las calles sin la luz
parecen pasadizos hacia el numen,
donde la creación se hace posible.
Las aceras sonámbulas
nos susurran palabras de consuelo.
Un avión sobrevuela
el territorio
de la emoción de lluvia en nubes frías.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Buen poema.
Es inquieto, algo lúgubre y al tiempo muy visual.
Me gusta.
Un saludo.
Gracias, me alegra que te guste.
Un saludo
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