*
A Miguel Hernández
Los astros son espejos de la sombra
y la luz sumergida en la memoria
de la niebla ancestral de la galaxia.
Un acento de bruma
cabalga los caballos de la noche
y los hijos del agua
se beben en la arena del desierto
el vino en la casida del amor.
Hay una estrella errante
que busca la canción de terciopelo,
más allá de los límites del mar.
Los labios de la amada
conjugan en las horas melancólicas
la belleza de un mundo de papel,
con el enigma en letras silenciadas.
He de abrigar los libros
en la biblioteca de los pájaros
donde Miguel leía,
en medio de lloviznas interiores,
las palabras urgentes
de libertad desnuda y necesaria.
Quiero ascender a cumbres primigenias,
para rescatar con los poetas
el fuego prometeico del romance
y encontrar en los nombres de las cosas
los símbolos dormidos
que nos lleven por rutas escondidas
junto a Miguel, ya niño,
y sus visiones.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Magnífico homenaje.
Besos
Bellísimo recorrido, por una historia inacabada y eterna.
Egun on, Ana
Gracias, es una alegría que te guste este homenaje a Miguel Hernández.
Un beso
Ana
Soco, me encanta verte por aquí.
Un beso
Ana
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