*
En el silencio,
su voz
suena como castigo inmemorial
que quiere desterrarme de los círculos,
por llegar en el tiempo.
El infinito
transgrede con las sombras el espacio
y me lleva por grutas de cerezas,
para soñar eclipses.
La voz del animal me está inquietando.
Aprendo contención en una cueva
y descubro el presagio de las sílabas
en el columpio de la noche.
Ana Muela Sopeña
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