*
El vacío se llena de la lluvia
que a lo lejos corteja mi ciudad.
La oscuridad de un mundo
sin certezas
me desliza a los túneles de acero.
Un árbol detenido entre la niebla
escucha mis lamentos de la noche.
La llovizna se lleva las plegarias
que un gato callejero
abandonado en tiempos ya desnudos
oye bajo los sauces del otoño.
Respiro sin pensar en la galaxia
y un temblor entre hojas sonámbulas
me acerca a los misterios de las calles.
La luna ha seducido
a las nubes que habitan en la ría.
Los pescadores hacen una ronda
mientras las horas
transcurren invisibles.
El frío va tomando posiciones
en esta madrugada de silencio.
Ana Muela Sopeña
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