lunes, 10 de febrero de 2014

EN LA CIUDAD DORMIDA

*
Noche de sombras
en la ciudad dormida desde siglos,
mostrando la belleza
a través del abismo.
Una farola
sonámbula entre árboles de frío
sueña con nuestros besos de obsidiana
y pájaros de hilo.
Plazas con lluvia
nos enseñan caminos
para crear la vida
envuelta entre las nubes y el granizo.

Las avenidas
acompañan sin miedo
nuestra respiración en el crepúsculo
más allá del deseo.
Los edificios
albergan la visión de los secretos
que pactan con la música
en mitad del enigma del invierno.
En los semáforos
tu rostro consagrado sin el velo
de máscaras suicidas
se entreteje con niebla en el ensueño.

Miro señales
en la cartografía de la rosa
y sostengo el contorno
en liturgia de ondas.
La urbe escapa
del horror subterráneo y mariposas
que huyen de sonidos
imantados por lobas.
Voy deambulando
sobre piedras antiguas como losas
que imaginan escenas laberínticas
entre nieve y metáforas.

Me hago de agua
y fluyo como gata de la luna
por espejos de jade
dentro de lo abisal y la locura.
Soy la partícula
sumergida en cristales como dunas
en medio de las luces
aliadas de la bruma.

Eres azul
enamorado siempre de mi verbo
que te permite ser en las palabras
ávidas de universos paralelos.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Martín Rabezzana dijo...

Muy bueno.

Decís vivir en "mundos oníricos"; el texto refleja el temperamento de alguien que ha dejado de vivir para soñar (parafraseando a un tango).

Chau.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Martín, por venir y dejar tu huella entre mis versos.

Un abrazo
Ana