martes, 25 de marzo de 2014


ASOMBRO

*
La lluvia de la noche
se sumerge en el frío cotidiano
donde el agua demora con su asombro
la tormenta vacía.

Recuerdo al animal entre los árboles
que acecha en la quietud del gran silencio.


Ana Muela Sopeña

sábado, 22 de marzo de 2014


DESLUMBRAMIENTO

*
Palpo el deslumbramiento de tu piel de escarcha,
acaricio tu rostro de universos oscuros.
Inicio la canción de nebulosas,
observo las canciones en el agua.

Todo va diluyéndose en el sueño
como un portal de ámbar.

Indago con la escuadra y el compás
en la noche silente.

Noto el asombro lúdico del viento
en la puerta que pacta con lo desconocido.

Aprendo de un gorrión la ingenuidad
y me voy pareciendo al infinito
que abandona sus huellas en la nada.


Ana Muela Sopeña

domingo, 16 de marzo de 2014


LA CASA

*
Al recorrer la casa me detengo en los detalles ínfimos. Un jarrón al trasluz que refleja la vida no vivida, una escultura llena de silencio, el libro no leído que se quedó en la mesa tantos años. Permanezco a la espera de una señal extraña que me indique cuál es el manantial de la belleza. Palpo con mis dos manos los objetos que se quedaron solos en instantes adheridos a la magia de las horas. Todo parece eterno y al mismo tiempo efímero. Es una sensación muy peculiar. Cada adorno trasluce su diminuta historia de placer y dolor. Regalos, compras, viajes, símbolos de la vida trepidante vibrando entre los tomos de las enciclopedias.
Al recorrer la casa con la vista veo que casi todo es prescindible, menos la caracola de los sueños que habita en la burbuja subterránea de una imagen azul, difusa y tenue...


Ana Muela Sopeña

sábado, 15 de marzo de 2014


CONFESIONES

*
¿Por qué me odian?

Me odian porque soy la luna roja,
instinto que seduce al universo
en las noches oscuras de susurros.

Porque respiro libre entre las calles
y no acumulo polvo
en los bolsillos.

Porque salto sin miedo en las hogueras
y me arrastro al abismo
sin el vértigo.

Me odian porque soy un fiel espejo
de lo que nunca han sido ni serán.

¿Por qué me aman?

Me aman porque miro los crepúsculos
con la desnudez del sueño puro.

Porque juego con armas de caricias
en medio de las luces interiores.

Porque soy compañera de las diosas
que peinan su cabello por las noches.

Me aman porque soy una crisálida
que les recuerda el ciclo de un volcán.

¿Por qué unas veces me odian y otras me aman?

Porque son caprichosos en su éxtasis
y lo que un día quieren
al rato lo rechazan sin razón.

Me odian y me aman
porque conjuro a la galaxia sin pudor.

Me aman y me odian
porque soy sólo un símbolo
que no les deja ser olvidadizos.

Yo les hago mirarse
en túneles extraños de silencio
donde ninguna máscara funciona.


Ana Muela Sopeña

A VECES LA BELLEZA DE LA VIDA

*
A Mario Martínez


A veces la belleza de la vida

parece sólo un sueño de cristal,

se oculta sin descanso en lo abisal

y pasa todo el tiempo adormecida.


A veces nos parece que la muerte

nos amenaza siempre con su espada

y nos lleva por sendas de la nada

donde el azar se esconde con la suerte.


En mitad de una cumbre ensimismada

encontramos las luces de la noche

que nos llena las horas con su broche

y nos ofrece mundos sin parada.

La existencia es sirena ya varada

en las aguas del mar tras el naufragio

que adivina en la sombra su presagio.

En pretiles del muelle hay un sonido

que se asemeja a un gato muy querido

y nos ofrece música sin plagio.



Ana Muela Sopeña

YIN YANG

*
VACÍO

La sombra de las calles
se detiene en estatuas de obsidiana
para llorar al viento
en mitad de la herida más atávica.
Crece el vacío en medio del silencio
que recorre ciudades infinitas
y alarma a los espíritus del hambre
como a lobos que aúllan en el bosque.
Crece el desgarro en torno a la violencia
que rompe la semilla creadora
y la transmuta en vértigo del caos.


LLENO

La luz en avenidas
se adhiere a la belleza de las fuentes
con sonrisas de sol
que alimentan a seres de otro tiempo.
Se completan vasijas con los pétalos
que fertilizan urbes
y avisan a las almas del Aleph
como si fueran ángeles del cuantum.
Se acrecienta el color en la conciencia
y una burbuja azul
se transfigura en círculos de vida.


Ana Muela Sopeña

martes, 11 de marzo de 2014


TERCER ANIVERSARIO DE FUKUSHIMA

*
Japón gime con lágrimas de estroncio
y sus peces se sienten torturados
en medio de las aguas radiactivas.

Hay muchos elementos
que amenazan con símbolos de muerte
y no se desintegran
en un pozo de olvido sin escrúpulos.
El cesio con el yodo y el plutonio,
el uranio, el estroncio más el tritio.

No crecen más los pétalos de sol
ni vuelan mariposas sin secuelas.
Mutaciones terribles
en la oscuridad de las especies.

Avanzando corrientes oceánicas,
que envenenan las aguas
con su carga letal.

Dando la vuelta al mundo
los vientos radiactivos para ver si miramos lo evidente.

Y el lobby nuclear con sus mentiras
argumenta que todo es muy seguro
ignorando que el ADN muta
aunque seas experto:
un ingeniero o físico
sicario de lo atómico...

Y el humano dormido todavía,
iniciando proceso
para desconectarse de lo absurdo
y mirar lo real
sin huir hacia un mundo que no existe...


Ana Muela Sopeña

miércoles, 5 de marzo de 2014


NUESTROS OJOS DE LUZ

*
Un animal me mira
y tus labios sonrojan a la noche
mientras las calles pulsan laberintos.

La luna se hace eco de mi voz.

Nuestros ojos de luz son casi eternos
en la soledad de la memoria.


Ana Muela Sopeña

CARACOLAS

*
A Jerónimo Muñoz


Caracolas de mar sobre los sueños
que emprenden recorridos en umbrales
donde todo es posible en lejanía.

La mirada hacia el agua
desde un balcón de niebla:
sonido de las olas
amamantando el aire
y la furia del viento por las noches.

Un hombre que seduce al universo
para escribir palabras
que exorcicen la duda y la nostalgia.

Recuerdos congelados
a través del abismo y la memoria
y pronombres que huyen
de la ebriedad del mundo.

Detalles sumergidos en la bruma
resuenan en la arena
que aguarda las pasiones, sin un límite.


Ana Muela Sopeña

domingo, 2 de marzo de 2014


COMIENZA LA JORNADA

*
La ciudad se despierta con los trinos de pájaros nocturnos y el aire de este frío de febrero que parece emular a otros inviernos. Despacio por la ría pasan barcos y transeúntes solos van corriendo a sus trabajos sórdidos. Comienza la jornada somnolienta entre sirenas de las fábricas y sonidos de coches a lo lejos. Las aceras desnudas se diluyen en letreros de tiendas, restaurantes, los bares que sonámbulos emergen con premeditación y alevosía.

La ciudad suavemente va tomando el pulso de la vida trepidante entre la lluvia fina y los pasos veloces de la gente. Abren las oficinas, los comercios, los bancos, los colegios, institutos, el mercado y los trenes con horarios, autobuses y kioscos de periódicos. Nadie se fija en nadie, todos huyen de la verdad desnuda y primigenia que habita en las esquinas de las plazas.

Cada ser es un mundo diferente, la incomunicación es lo que impera, pero aún en el fondo del silencio habitan las estrellas del azar. Las personas construyen unas máscaras que les permiten ser entre las sombras animales oscuros, despiadados, para fagocitar al oponente.

Vamos todos descalzos por la urbe, intentando que nada nos disperse, concentrando el esfuerzo en algún rumbo para llegar deprisa al laberinto.
Pero todo es inútil porque hay niebla en los relojes densos de la especie.

La prisa va inclinando hacia el abismo a nuestra extraña especie: Homo Sapiens. Somos los kamikazes de lo urbano, persiguiendo los pétalos del alba en medio de la bruma.

Contemplo por las calles a los desconocidos de los sueños que albergan la esperanza en el ojo del bien.

Diviso en un termómetro el número que marca casi cero y justifica llevar guantes. Veo cómo la gente se desliza encima del asfalto traicionero y atrapa por la espalda la belleza del agua y de la herida.

La ciudad se despierta del insomnio y comienza su giro en medio de camiones de reparto.

Una niña recorre su trayecto para ir hasta la escuela con sus libros, cuadernos y sus lápices y aprende de memoria lo absurdo de correr si no hay amor, la orfandad de las almas solitarias que carecen de hogar...


Ana Muela Sopeña