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Una mujer de tierra
custodia tus costumbres de licántropo.
El harén constructor
te ampara en el granizo y la tormenta.
Una mujer de agua
se adentra en magma herido,
por tu infancia de trenes
y botellas vacías en la alfombra.
El triángulo suave
te lleva por caminos de la luna
y autopistas de lodo,
hacia los túneles.
Dibujas quietamente sobre arena
la línea que demarca tus dos mundos:
el deseo de ser uno con todo
y la cuerda que te ata a la desdicha.
Ana Muela Sopeña
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