sábado, 20 de septiembre de 2014


ERIK SATIE

*
I
Gymnopédie 1

Por la ciudad la luz evanescente
descubre entre las gotas de la lluvia
los círculos antiguos
de humedad solitaria.
Un hombre se hace nube
sobre aceras desnudas
y los escaparates de las tiendas
le observan sin el miedo.


II
Gymnopédie 2

Una mujer alada
deambula por el parque de la niebla.
En sus ojos habita
el tiempo de la rosa
resguardado en los labios
que se ocultan en nidos de cristal.
Sobre un banco de bruma
hay marionetas blancas
que alegran la ciudad con su presagio.


III
Gymnopédie 3

Una cita en el metro
donde resuena el mundo de lo onírico.
Los amantes caminan
hacia el vórtice herido de su historia,
pero ellos no lo saben.
Ciegos avanzan siempre
atrapados en cúmulos de tierra.


IV
Gnossiene 1

Respiran los suburbios
sobre el polvo del pánico
al tiempo que los niños en la acera
permiten regresar a la extraviada infancia.
El vacío transcurre sin raíces
entre charcos de lluvia.
A los lejos descansan las orillas
imantadas por el vaho.


V
Gnossiene 2

Imposible llorar
en una tarde inmóvil.
Todo habla de la noche,
mas nadie lo percibe.
Ignorancia del viento...
Los amantes se miran
se devoran sin grietas ni acritud.
Pronto vendrá el invierno,
pero ellos no lo saben.


VI
Gnossiene 3

La sombra de los días se perfila
como el barro que no se acaba nunca.
Se escuchan los acordes
de un piano en la distancia.
El crepúsculo llora sin las máscaras
el final de un capítulo de amor.
Los ojos de la herida
amenazan con golpes
el recuerdo perfecto del pasado.


VII
Gnossiene 4

Amanece en las calles poco a poco
mientras envuelta en niebla
la mañana contiene
el pulso iridiscente
de los orgasmos níveos, subterráneos.
La sonrisa de hielo de los cómplices
y susurros dormidos...


VIII
Gnossiene 5

Rodeada de dulces
una muchacha espera
el encuentro ancestral en su guarida
mientras suena, casi imperceptible,
el ladrido de un perro.


Ana Muela Sopeña

miércoles, 17 de septiembre de 2014


COLUMPIOS

*
A Bruno Laja


Vibra la luz en cajas de relámpagos
con serpientes de lenguas de ceniza
que a gusto mataríamos
integrando la sombra caprichosa
que nos coloca en jaque ante la muerte.

Se contraen los espejos del temor
mientras el alma persigue la cordura.

Se mueven los espacios de la piel
sobre cuerpos y mundos del delirio.

El vuelo del espíritu concibe
caminos sumergidos en el llanto,
columpios de locura
y una mirada suave entre las alas.

Un reloj alucina en su rincón
al tiempo que soñamos que existimos.


Ana Muela Sopeña

GORRIÓN

*
Un gorrión solitario
cubre su canto triste
con su plumaje cálido
y el lamento invisible.


Ana Muela Sopeña

lunes, 15 de septiembre de 2014


MARGEN

*
La ciudad se refleja
en un margen de vida subterránea
donde hay lobos heridos que se abren
al fulgor del momento.

Y las lobas no saben
si esperar al reloj del infinito
o depredar sin culpas y sin ruido.

Es la ecuación diaria de la noche.
Cada elección es siempre capital.

Encadenado al tiempo de la sangre
el lobo solitario escogerá
el premio momentáneo
o una carrera extraña hacia la sombra.

Se mueven los portales del exilio
en medio del encuentro
de dos desconocidos...


Ana Muela Sopeña

sábado, 13 de septiembre de 2014


CONSAGRADO A LA PALABRA

*
A Pere Bessó, aliado en la palabra


El tiempo consagrado a la palabra
teje quimeras de humo con su aguja
y encanta con su luz de sol y luna
a la vez que diseña su mandala.

La belleza del verbo cura el alma
y disuelve despacio la locura
en medio de ciudades y de rutas
que llevan a vivir como en un mantra.

Tus adjetivos aman a la rosa
en un acantilado de recuerdos
como si fueran duendes de la noche.

Tus pronombres se unen a la sombra
y deslizan señales de deseo
durmiente como búhos en el bosque.


Ana Muela Sopeña

miércoles, 10 de septiembre de 2014


ENCERRADO

*
Encerrado en los túneles del mundo
me pregunto si piensas
en los orígenes del aire primigenio.

El tiempo detenido te ha raptado
en su reloj de arena.

Cada hora te dicen qué hacer.
Las luces y las sombras, la comida,
los fármacos, el sueño, qué pensar...

Los límites de todo te zahieren
y te llevan por espacios innombrables
donde no sopla el viento de la herida.

La asepsia de la vida te corroe,
te forma, te estructura, te moldea.

Cada minuto es droga planeada.
Cada segundo un flash hacia el letargo.

Enjaulado en un limbo
aprendes a ser nada, nunca, nadie,
hasta que poco a poco
despiertes de la abulia y seas tú.


Ana Muela Sopeña

lunes, 8 de septiembre de 2014


DONDE EL VÉRTIGO CLAMA

*
A María Jesús Mingot, gran poeta

Descubres una luz en el sendero
de las palabras suaves de la luna.

Recorres
con tu pluma
trayectorias azules hacia el verbo.

Abrazas entre líneas
la esencia imperturbable de la vida,
esa que permanece ante las pérdidas,
la aliada del espíritu.

Te deslumbra la sal de las estatuas.

Y el abismo perfecto de la sangre
donde el vértigo clama ante la sombra
te espera agazapado
en la noche infinita.


Ana Muela Sopeña

jueves, 4 de septiembre de 2014

DENSIDAD

*
Encerrado en los túneles del tiempo
te sientes en la jaula de la locura errática.

Una bala de fuego
te asiste en tu calvario de la luna.

La nostalgia te abraza con su niebla
y notas cada noche la densidad del barro
inundando tu vientre en el umbral
de la oscuridad hacia el retorno.

Concibes una luz fuera de foco
que ilumina tu frío
en la esencia que pacta con tus dudas.

Amas en el silencio
la sombra sumergida en la distancia.

Te preguntas por qué
y no encuentras respuesta.

Cada minuto piensas
en la trayectoria de tu vida.

Cada paso fue siempre
un acercamiento hacia el abismo.

Encadenado al viento de la herida
los cuerpos imposibles
te han marcado con huellas de marasmo.

Un naufragio adherido a la belleza
recorre lo profundo de tu reino.

Las zonas abisales de tu mar
te llevan por las rampas del mutismo.

Eres el hombre alquímico del mundo
que busca entre los restos del desahucio
la energía raíz.

Respiras el intento de la sangre
en la piel de la lluvia.

Adoras laberintos de papel
donde tu nombre late con estrellas.

El pulso de tus labios se hace nodo
de cuásares, satélites y átomos
inmersos en el viaje de lo cuántico.

Persigues bien oculto
el centro primigenio de la historia.

Esperas en tu cueva de cristal
el renacimiento sin los traumas
de una infancia perdida en la ceguera.

La música del agua
te brinda entre las grietas
jeroglíficos suaves en la ecuación del miedo.


Ana Muela Sopeña