*
La ciudad se refleja
en un margen de vida subterránea
donde hay lobos heridos que se abren
al fulgor del momento.
Y las lobas no saben
si esperar al reloj del infinito
o depredar sin culpas y sin ruido.
Es la ecuación diaria de la noche.
Cada elección es siempre capital.
Encadenado al tiempo de la sangre
el lobo solitario escogerá
el premio momentáneo
o una carrera extraña hacia la sombra.
Se mueven los portales del exilio
en medio del encuentro
de dos desconocidos...
Ana Muela Sopeña
lunes, 15 de septiembre de 2014
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2 comentarios:
Queda poco margen en esta visión depredadora y nocturna de la ciudad que nunca duerme. Un placer de lectura, Ana.
Salud.
Julio G. Alonso
Muchas gracias, Julio, por pasar.
Abrazos
Ana
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