martes, 9 de junio de 2015

DE SÓRDIDA NATURALEZA

*
Me empeñé en algo
de sórdida naturaleza.
En el brillo
de los combates alados
moraba Lucifer riéndose de mí.

Amé del ajedrez
el juego de la dama
en su ilusión
tan cándida y tan pérfida
a la vez.

El alfil de rey
fue mi aliado
en la utopía de los pájaros nocturnos.

Supe de la estrategia militar
y sin embargo
opté por la pasión
arraigada en el tiempo de los astros,
para dar nacimiento
a un mundo de luz en el abismo.

Permanecí extasiada
con las palabras híbridas de sueño.

En el crisol del alquimista
amé sin cercenarme.

Me olvidé de los límites
del hombre de los hielos.
Lo elevé a un monolito
de proporciones gigantescas.

Al final me atacó
como si fuera oscura y predadora.

Escapé de la quema
con la incisión precisa,
como si nunca hubiera sido una mujer volcánica.

Me adueñé de un destino indescifrable,
pero el azar de pronto
se reveló en su esencia más bestial
y tuve que esconderme en un refugio.


Ana Muela Sopeña

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