*
El ángel cae del cielo
con sus alas de humo,
en el cementerio de las horas.
Miro su rostro triste
y me digo a mí misma
si podré
superar esta pérdida.
El silencio va solo
e inunda quietamente
las lápidas de piedra.
Un mirlo canta
en su árbol de sombra.
Miro despacio al suelo,
diviso las estatuas
y las inscripciones de las tumbas.
Todo pasa
y nosotros
comenzamos la vida
con la luz
y nos vamos
con polvo de cenizas.
El ángel es presagio
de un futuro
errabundo,
marcado con relámpagos
y un destino
que busca permanencia.
Ana Muela Sopeña
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