martes, 20 de octubre de 2015

MÁSCARAS DE UN DIOS

*
Jugábamos a ser las máscaras de un dios que atrevido renunciaba a protegernos y en sus fauces de lírica cordura nos inmolábamos como juguetes pérfidos. Ansiábamos la locura perenne que convirtiera nuestros cuerpos en víctimas propiciatorias, en los rituales extraños de los sueños. Amábamos sin censura, más allá de los códigos, y nos ofrecíamos sin tabúes a la diosa vampírica de la pasión sin límites.

A veces las palabras
no pueden expresar los sentimientos,
se comportan con pánico de arena
como frenos en la ruta de la nieve.

Solíamos mirar por la ventana, para ensoñar un mundo sin barrotes. Extrañábamos pétalos, semillas y una casa rural con una chimenea silenciosa.

Los pactos en el agua
presienten la belleza de los siglos
y navegan con miedo a los naufragios.

Cada encuentro era único, sin pautas. Todo lo que sabíamos del reino lo olvidábamos siempre en nuestra hipnosis. Recordábamos verbos y adjetivos atados a secretos bajo tierra. Desfilaban delante de nosotros millones de parejas ya extinguidas en guerras, terremotos, hambrunas y huracanes amarrados al más gélido azar.

Nosotros somos fuego
en mitad de la urbe subrepticia
que conoce los lazos
del amor y de la muerte.

Firmábamos las citas con sudor, con jadeos y rostros de suburbios. Cada instante era único y sublime. Más allá de las leyes o los vínculos, retrocedíamos...
Volábamos despacio hacia los bosques, en un momento prehistórico. A la caza con lanzas y con hondas. A los rituales cíclicos de lunas que adoraban la fiel fertilidad. Hacíamos una regresión a los albores de la historia del Homo sapiens. Cuando una piedra era únicamente dureza y contención y un árbol era vida y una montaña: hembra de las grutas.

Ahora nos buscamos en las sombras
para vivir sin culpa
la extensión de la magia
en vestigios ocultos.

Supimos de otra época en universos paralelos, donde encarnamos como seres humildes adheridos al lodo de una existencia intensa y cotidiana, plagada de ternura.

Es hora de labrar una galaxia
con los vocablos nuevos
que entronquen con liturgias primigenias
escondidas en troncos y raíces.


Ana Muela Sopeña

No hay comentarios: