jueves, 1 de octubre de 2015

SONIDOS DEL INDULTO

*
Cuando lo encontramos en la arena,
su nombre
tenía un sueño.

Un sueño sombra,
luminoso en su esencia,
buscando los sonidos del indulto.

Cuando miró las nubes
y quiso despertar al universo
ya no pudo jugar
a la desnudez de lo invisible.

Poco a poco sintió
que sus manos volvían a ser nada.
Salvarlo de sí mismo
fue imposible.

Hubo que delatarlo
ante la niebla.

Bajo llave portaba
un veneno mortal,
deseaba arrojarlo en un aljibe.

A pesar del deseo
de ayudarle,
hubo que detenerlo,
para restablecer
el orden de las cosas.

A lo lejos
campanas de una iglesia.
En el aire sonando
una palabra oculta
de amnistía,
más allá de la infancia
atrapada en la piedra
de una lágrima.
La paliza de golpes, el vacío,
la soledad llevada hasta sus límites.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Teresa dijo...

Precioso Ana. Besos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Teresa, por tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana