martes, 29 de diciembre de 2015


SENTIRNOS SIMPLEMENTE

*
Las calles con la lluvia me recuerdan
a tu cuerpo transido por la bruma
y tu piel que me añora a cada instante
en mitad del invierno despistado.

Deambulo por aceras con el viento
y se alumbran tus ojos sumergidos
en la melancolía de la noche
al tiempo que batallas con la niebla.

No olvido tus palabras y susurros
atrapados en sombras de la urbe
y mi imagen danzando en tu sonrisa.

Espero tu contacto subterráneo
sin heridas ni verbos de reproche,
sentirnos simplemente por placer.


Ana Muela Sopeña

domingo, 27 de diciembre de 2015


CONTRASTES NAVIDEÑOS

*
El amor en las calles con sus luces
mientras los niños van como volando
en medio de los árboles, guirnaldas,
villancicos de ahora y de siempre.


Mendigos en esquinas
pidiendo sin futuro.
Transeúntes que pasan sin mirar
al tiempo que revisan
su lista de la compra...


Reuniones con unos y con otros,
la familia, parientes, los amigos.
El calor compartido
con la calefacción siempre encendida.


En el silencio lágrimas de fuego
recordando despacio
a aquellos que se fueron.
Los que nunca estarán en nuestro brindis.


La mirada de sueño de un bebé
y una niña
absorta con pupilas de inocencia
frente al escaparate bullicioso
de una juguetería iluminada.


El desamor que duele, la tristeza.
Los enfermos en cama, desahuciados,
terminales que pronto marcharán...


Las recetas antiguas
como nieve que llega en la montaña,
el sabor de la infancia, la compota,
el turrón, mazapanes, polvorones,
el besugo, cordero, el chocolate,
las frutas escarchadas y los postres.


Las colas en los bancos de alimentos,
las familias que ya casi no existen,
las bolsas de comida
donde las proteínas no se ven.


Los regalos: perfumes y abalorios,
los libros y los vídeos, las consolas,
smartphones, abrigos, complementos,
los viajes, las tarjetas y los bolsos,
cosméticos, adornos, las mascotas.


Los parados que buscan y no encuentran,
el intento de ser en almacenes
necesarios en los días del bullicio.
Aunque ya no contratan personal.
Los de siempre trabajan horas extras
y cansados
se enfrentan a la cuesta
de enero, nuevo año, más estrés...


La utopía que nace y se disuelve
en los días de fiesta y en las noches
donde somos de nuevo
humanos egoístas y narcisos.


El equilibrio extraño:
que nos permita ser más altruistas
sin olvidar lo nuestro,
tradiciones.


La tristeza de todos los que solos
necesitan volver a los inicios
cuando la vida era una ilusión.


La alegría del árbol y el acebo,
las felicitaciones, el humor...
el cava compartido y la sonrisa...


Desahuciados
que buscan
en sus cosas
sensaciones de antes del desastre.


Mientras el mundo gira como noria
sin mirar a los nadies.
Eludiendo sus rostros sin un norte.


Y la necesidad de renunciar
a engordar para luego adelgazar,
habiendo tanta gente
que busca el alimento
en los contenedores de basura.


Felices navidades en el sueño


o una quincena extraña
por los fríos contrastes de la nada
con la sobreabundancia de lo frívolo.


Ana Muela Sopeña



miércoles, 23 de diciembre de 2015


POR EL ABISMO

*
Todo lo que hace tiempo
cayó por el abismo de la luna
parece una utopía, una ficción de niebla.

A veces el futuro
se asemeja a una pompa de jabón
en medio del desierto y de la herida.

Deambulamos con frío por la ruta
más allá de los márgenes
que el destino demarca con desidia.

Nos cubrimos con prendas
mientras la nieve cae
en la ciudad de sombra.

Cuando los gritos nos sorprenden
la vida es similar
a una batería de preguntas.

Todo lo que firmamos
al entrar en el pacto
de red trasnacional
nos entrampó hasta el Euro Stoxx 50,
hasta el mito desnudo de la muerte,
hasta la destrucción de la leyenda
que soñaba tranquila
en un cofre de ámbar.

Todo lo que nos late
en el interior del corazón
es un anfibio enorme
que no tiene certeza
o un reptil perdido
en la bruma de un mundo despiadado.

Deconstrucción del hombre y el sonido,
un trayecto hacia nada, nunca, nadie,
el éter dominado por las cifras.

Todo lo que hace tiempo
se doblegó en crepúsculos de sol
debe volver a ser obra incesante,
para evitar que el reino
sufra devastación
por parte del espíritu diabólico.

Y la bestia que habita
en los números negros de tecnócratas
llegará a ser tan sólo
estadística neutra,
resultado letal
de insensibles efectos
colaterales.


Ana Muela Sopeña