*
Te vi
en el jardín abierto por la luna
y en aquel instante
un rayo sumergido en el ensueño
te alumbró en la distancia.
Me viste
sobre la herida blanca del silencio
y entonces tú captaste
que el amor era sólo una visión.
Nos vimos
aquella tarde en medio de las nubes
y una línea infinita
hizo de bisectriz en nuestro encuentro.
Te miré
al tiempo que una estrella
nos robó el jeroglífico del alba.
Me miraste
a través de la luz de una farola
y entendiste mi alma con la sombra.
Nos miramos
un día de tormenta
bajo las ruinas grises de aquel faro
y un relámpago azul evanescente...
Ana Muela Sopeña
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