*
Primero fue la mirada:
viajamos sin retorno
hacia los precipicios del peligro.
Después vino el roce:
en un cáliz de agua
sumergimos la belleza del instante...
Más tarde...
la respiración llena de luna.
Todo sobre la cuerda
del funambulista de la nada.
Ahora tú deseas
marcar el territorio,
pero...
no puedes.
Sabes que si lo hicieras
quedarías atrapado sin el muro.
Ana Muela Sopeña
domingo, 10 de julio de 2016
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