lunes, 1 de agosto de 2016

ELOGIO DEL MAQUILLAJE

*
Sus ojos llevan kohl
y su mirada onírica
atrapa de la luz siempre la sombra.

Sus párpados ahumados
se parecen al sueño antiguo y dulce.

En la boca la fruta
de las fresas amantes del placer.

Sus mejillas rosadas
reflejan la alegría de vivir.

Las pestañas con rímel
capturan del vacío el centro inmóvil.

El rostro perfilado con pinceles
se parece al taller de un escultor.

La imagen sumergida en lo anodino
se transforma en belleza, simetría
y proporciones áureas.

Una mujer anónima sonríe,
abandona la gruta de la nada
y deja lo invisible
para hechizar a todos con sus iris.


Ana Muela Sopeña

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