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La lluvia va calando las calles sumergidas en la niebla. El calor se ha marchado de repente. Hay que llevar más ropa. El sonido del agua transmuta la tristeza en algo dulce. Nos quedan cuatro días de verano. Pronto entrará el otoño, con su sombra del norte. Los coches a lo lejos nos muestran la nostalgia de las horas. Vamos volcando el mundo hacia el interior de la conciencia. Atrás quedaron solos los paseos, la playa y los crepúsculos tan cálidos. Tintinea la lluvia en los cristales y se siente el placer de contemplar las gotas desde dentro. La lluvia va mojando el alma que revela el silencio perdido entre la bruma. Los sonidos se aferran al verano, pero todo es inútil. Muy pronto llegarán el frío, el viento y las tormentas y de nuevo esa etapa abrirá nuestras puertas al vacío.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Bellísimo texto, Ana. Puritita poesía.
Abrazo, decasiotoño.
M'agrada molt la darrera frase-vers.
Muchas gracias, Soco, por venir.
Me agrada que te guste.
Besos
Ana
Moltes gràcies, Helena:
Em fa molta il·lusió trobar-te aquí.
Una abraçada
Anna
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