jueves, 27 de octubre de 2016

LA CIUDAD HA PERDIDO SU COLOR

*
Las calles han quedado
vacías de tus besos.

Las avenidas buscan una luz
en mitad del trayecto existencial,
más allá de la sombra
de la soledad tan escondida.

Los transeúntes miran a lo lejos
y observan la silueta de las cosas.

La ciudad ha perdido su color.

Me siento como un zombi
que sale de la tumba
y encuentra las cenizas
de lo que un día fue su cuerpo.

Las plazas ya no vibran de igual modo.

La urbe tiene frío, al igual que mi alma
que sufre en el exilio de tu ausencia.

Los edificios sueñan las visiones
ateridas con hielo de icebergs.

Abandonada voy por las aceras
a la búsqueda única del tiempo
de la infancia en los charcos
en un día de lluvia.

Veo gatos que van callejeando.
Se ocultan tras los muros.

Hay uno pequeñito que me mira,
yo le miro también
y en esa sincronía me defino
como maga del mundo,
a pesar del desierto de perderte.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Escrito con el alma. Atravesando el desierto y a pesar de la pérdida. Eso lo hace aún más y mejor poema. Porque está siendo vivido, no meramente imaginado.

Abrazo, Ana.

Ana Muela Sopeña dijo...

Como siempre, Carlos, un placer verte entre mis versos.

Un beso
Ana