sábado, 26 de noviembre de 2016

LUCES DE NAVIDAD

*
He visto algunas luces
que aunque están apagadas
presagian dulcemente las fechas navideñas.

Estas fiestas me llevan
por la nostalgia suave de un exilio soñado
en la melancolía solitaria.

La llovizna me acerca
a los transeúntes despistados.

El frío envuelve siempre la Gran Vía
con su manto de niebla y de murmullos.

Hoy la gente avanzaba por aceras
con la prisa escondida.
Entraban y salían de las tiendas,
como si fuera algo necesario.
El consumo hasta el límite,
hasta gastar los últimos ahorros.

Pronto se encenderán las luces de los árboles,
las hileras azules
de la enorme fachada
del gigantesco Corte Inglés.

Entonces ya el disfraz de estas fiestas
se iniciará oficialmente.

Se notan los contrastes por las calles.

Mujeres con sus bolsas,
adquiriendo perfumes, los zapatos,
los abrigos y ropa deportiva,
juguetes y muñecas
para regalar en nochebuena.

Al mismo tiempo músicos,
tocando melodías imposibles,
en las esquinas envidiadas.

Una mujer en paro
ataviada con ropas de gran dama,
inmóvil como estatua...
pidiendo unas monedas generosas

y mendigos de todos los países
con manos extendidas
para conseguir una limosna.

Algunos están solos,
otros pertenecen a las mafias
de la mendicidad organizada.

El trasiego en las calles es enorme.

Poco a poco las fiestas navideñas
tomarán la ciudad,
invadiendo el instinto del espíritu
con la mitología más pagana.

Gastar, comprar, comer y reunirse.
Todo indica que son las Saturnales
las fiestas que inundan estas fechas
por los lugares más visibles.

Regreso a mi casa
pensando en los contrastes tan extremos
que algunos
en su somnolienta alienación
ni siquiera consiguen detectar...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

La navidad me predispone mal. Sus luces me oscurecen. Desde siempre. Pero no esta mirada más humana-urbana-real, no estos versos llenos de soledades con los que me siento identificado...

Abrazos, Ana.

Ana Muela Sopeña dijo...

Carlos:
A mí la navidad me gustaba cuando era niña. Después, me gustó vivirla con Eduardo. Desde que él se fue me sienta mal. Son demasiado evidentes los contrastes: la pobreza, la soledad, las familias desestructuradas...los conflictos armados, los niños hambrientos en los suburbios y en los países del tercer mundo (también en los del segundo mundo).

Pero este poema salió así...

Un beso grande
Ana