*
En la ciudad habitada
un pequeño petirrojo
sobre una rama con soplo
de nostalgia y de palabras.
En el parque hay un mandala
recordando la belleza
que se disuelve en la pena
de una canción infinita,
sanadora de la herida
y portadora de estrellas.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Ahí asoma la poesía que sana y salva, Ana. La pena misma será la que sane la herida.
Abrazo.
Ojalá...
Abrazos
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