martes, 13 de diciembre de 2016

DONDE LA LLUVIA ASUME SU DESASTRE

*
Las calles permanecen
vacías de los besos
que un día disfrutamos.
Avenidas abiertas a los roces
y farolas que alumbran
los abrazos ya rotos.
En semáforos sueñan las miradas
del animal de niebla
que habita en la fusión de nuestros cuerpos.
Las aceras emiten sus plegarias
bajo la bóveda celeste.
Letreros luminosos
nos llevan por rincones
donde la lluvia asume su desastre.
La soledad reside en nuestros pasos
que yacen congelados
en armarios secretos.
Las huellas en la arena
se confunden con sombras
y las líneas amadas de siluetas
con trazos de la noche.

Todo parece frío en la distancia.
Los vagones del metro,
autobuses de amantes,
el tranvía con nudos
de historias de suburbios.

A lo lejos percibo imágenes sutiles
arrancadas al humo
de un gran malentendido.

No puedo comprender
el edificio sucio de esta herida
que desgarra mi alma
en la desolación de la ruptura.

La ciudad es sepulcro
de cenizas
ahora que tú no estás.

Deambulo sumergida
en un cofre de ámbar
al tiempo que la luz
me inspira y mata.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

"La soledad reside en nuestros pasos..."

De rodillas, Ana. Qué agregar.

Abrazo.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Carlos por venir...

Besos
Ana