viernes, 2 de diciembre de 2016

EN RELÁMPAGOS Y ROSAS

*
El alma es una puerta hacia la herida
que busca contención en nuestra historia
y la belleza nítida es memoria
inmersa en los vestigios de la vida.

Nuestro espíritu olvida la salida
y firma con la luz dedicatoria
al devenir eterno como noria
que se esconde en un tiempo de partida.

El cuerpo es nuestro lastre primitivo,
pero también vehículo de amor
enraizado en relámpagos y rosas.

Nuestro genoma es siempre eruptivo
adherido a una clave de temblor
que se quedó soñando en mariposas.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Para aprenderse de memoria, Ana.

Ana Muela Sopeña dijo...

Agradezco tu lectura y comentario, Carlos.

Abrazos
Ana