viernes, 13 de enero de 2017

LLUVIA EN MI MEMORIA

*
Una mujer deambula en soledad
entre la lluvia suave de la tarde.
Cabizbaja contempla las aceras
bajo un paraguas sórdido,
olvidada de todos.

En la avenida un árbol
preside con sus ramas la visión
de una chica delgada
que camina veloz bajo la lluvia.

Los coches invisibles
atraviesan los charcos
de una carretera entre la niebla.

En una marquesina de autobús
la gente se refugia con sus botas,
sus paraguas, sus guantes y plumíferos.
El autobús no espera a los cobardes.
Se lleva a los viajeros,
tan sólo un hombre anciano
permanece esperando...

Muchos seres anónimos
transitan bajo lluvia con nostalgia
de tiempos consagrados al amor.

Un hombre va camino del trabajo,
se desplaza con prisa
muy próximo a los coches.

Se contempla muy nítido
el empedrado de las calles,
mientras la lluvia cala la ciudad,
la gente y sus historias.

Tras los cristales
lluvia melancólica,
incesante en su juego de tristezas.

Frente a un café la lluvia
permite divisar a las personas
transitando muy rápido
a la hora del crepúsculo.

En un parque hay un quiosco
y un hombre se columpia
con la lluvia
bajo las crueles nubes sin futuro.

Una calle con tiendas,
ahora con llovizna solitaria,
recuerda los relatos de la ausencia.

Un parabrisas limpia los cristales
de un coche sumergido
en el aguacero silencioso.

Una avenida grita en el mutismo
al tiempo que las gotas
arrasan con la vida cotidiana.

Una mujer se sube
al tren de los desvelos
mientras llueve.

Desde un café perdido en los suburbios
un hombre mira en pie
la lluvia gris.

Y las gotas conforman
los círculos concéntricos
en un lago del parque.

Un violinista en sombra
hace sonar su música
mientras los transeúntes
pasan bajo las aguas.

Dos ancianos caminan lentamente
bajo la lluvia tenue
en una plaza.

Las sillas y las mesas
de una terraza al aire libre
reciben una lluvia torrencial
al tiempo que la gente
avanza despistada
buscando guarecerse bajo un techo.

Y los seres transitan melancólicos
bajo la lluvia cruel de la memoria.

Desde una tienda abierta
tras los escaparates de cristal
se observan los vehículos con faros.

Una pareja avanza bajo lluvia
entre el humo del tráfico.
Se abrazan mientras buscan el refugio
de su paraguas negro.

Hay un pintor que exhibe su acuarela
al lado de otro hombre,
música callejero,
que tiene un violonchelo con su funda
y la lluvia corteja a los artistas
con sus manos de bruma.

Dos gatitos escapan de la lluvia
debajo de una mesa de metal.

Y los charcos prosiguen recibiendo
las gotas incesantes
que van formando círculos concéntricos.

El viento huracanado
acompaña a la lluvia
y una mujer se obliga
a cerrar su paraguas.

Colas interminables de personas
que andan muy deprisa entre los charcos
y estos, imperturbables,
reciben de la lluvia su misterio.

Una mesa extraviada
de una cafetería
en una acera.

Los canales de tejas
conducen riachuelos del tejado
a las tuberías laterales.

Un banco solitario
mojado por la lluvia,
en mitad del invierno.

Los faros de los coches
permiten que la lluvia
se vea con neblina
en la oscuridad tras el crepúsculo.

Hay muchos conductores
que ruedan sobre charcos con el barro.

Un autobús nocturno
para y se lleva gente a su destino,

mientras la lluvia sigue
cayendo sobre el mundo y mi memoria.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Lluvia en mi memoria. Ya el título seduce.

Tus ojos implacables no se pierden detalle. Almas a la intemperie. El poema mismo bajo la lluvia. Eso se llama coherencia, Ana.

Abrazos...

Ana Muela Sopeña dijo...

Sí, son almas a la intemperie, como la vida misma...

Abrazos