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El hombre sin rostro
baila sobre el espejo de la sombra
y traspasa miradas
más allá del instinto,
en mitad del desastre emocional.
Le gusta sumergirse
en historias anómalas
y penetrar el vértigo del alma.
Adora las tinieblas de la luna
y el alba le permite
comenzar cada día
como si fuera el único.
El hombre sin rostro
no sabe de desvelos.
Todo lo que él intenta
se hace trizas
y llora pero nadie
se da cuenta.
El hombre sin rostro
no conoce jamás
la rendición total,
quiere que la belleza
le posea.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Me pregunto si la pintura que ilustra la entrada de arriba te disparó este poema que desenmascara un poco a todo hombre.
Certera mirada, Ana
Primera escribí el poema y después busqué la pintura.
Abrazos
Ana
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