viernes, 17 de febrero de 2017

EL MURO

*
El muro que él tenía
era como el cemento,
le aislaba de la vida y de la muerte,
le dejaba confuso con su miedo.

A veces parecía un subterfugio
para no decir nada, salvo el eco
y soñar con los árboles
atado a los conflictos de los sueños.

Se metía en su mundo de utopías,
luego se desbordaba en el silencio
a través de la piel,
más allá de la línea del desvelo.

El instinto de arena era su ley,
él jamás concebía una esperanza
porque su muro era
un círculo de furia en una balsa.

A veces no podía contenerse
y doblaba oraciones por palabras,
para ensoñar el tiempo de la luz,
como un bálsamo triste frente al alma.

Al final la nostalgia le contuvo
de seguir su camino sin templanza,
imaginando el reino de las sombras
en mitad de huracanes, entre brasas.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Imposible no identificarse con un poema así.

Abrazo.

Ana Muela Sopeña dijo...

Agradecida siempre por tu visita.

Un abrazo
Ana