domingo, 24 de diciembre de 2017

BIPOLARIDAD

*
Las luces de los árboles nos hablan
de la extraña alegría de los zombis.

Fachadas con guirnaldas
envueltas en la magia artificial.

Al mismo tiempo vemos a mendigos
pidiendo por las calles
una moneda única y pequeña.

Niños que adoran los juguetes
observan en las tiendas sus caprichos.

Los bancos de alimentos nos recuerdan
que hay millones de personas
en paro y con pobreza energética.
Sin comer casi proteínas
para sostenerse en el progreso.

Las noticias de muertes y atentados
nos llevan por los círculos
de la indefensión y del dolor.

Turrones, polvorones, dulces, tartas,
bombones y galletas navideñas.
Mazapán y recetas
para sorprender a la familia.
Dulzura insostenible
como sustituto del vacío.

El mundo está en el caos
pero todos decimos a los otros:
"te deseo lo mejor".

Mientras,
los informativos
nos llenan la cabeza de violencia.
A veces nos parece
que nuestra realidad
es como un film
de la más refinada
ciencia ficción de serie b.

La Navidad nos llena de bondad
pero cuando termina
somos los mismos monstruos
carentes de empatía.

Estos fuertes contrastes
se repiten cada año.
Nos volvemos confusos,
algo desorientados
para reflexionar sobre estas cosas.

Y los niños disfrutan de la magia
con sus lindos regalos,
el árbol con adornos,
los juegos sin horarios,
las compras infinitas...

El eterno retorno...
la bipolaridad de nuestras vidas
cargadas de consumo y de deseos
al tiempo que también
los huecos se hacen grandes
y no sabemos cómo conseguir
la plenitud soñada.


Ana Muela Sopeña

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