martes, 12 de diciembre de 2017

NIJINSKY

*
El dios de la belleza es mi habitáculo
que busca en la locura de la danza
la consagración a lo sagrado.

Ritmo
ancestral como el árbol del placer.

Fuego
que va quemando mi carne
saturada de amor inmarcesible.

Tierra
humedecida por los cuerpos de los faunos
en un lago
de cisnes y nenúfares.

En la masturbación
encuentro el centro
de la orgía ritual de la mandrágora.

Aire
para volar desnudo entre las nubes.

Agua
desolada en el vórtice
de la raíz primera.

Me abandonó la luz
en un siniestro acto de lujuria.
Tuve el mundo a mis pies
y lo perdí.

Serguéi
me destruyó con frío de iceberg.

Pulszky
me
condenó
a
reptar
entre
las
sombras.

Manicomios con lunas
espectrales.
El círculo enlazado
con el infierno del vacío.
La búsqueda del Grial en su fin último,
los números sagrados.

Dicen que soy idiota o estoy loco,
mas sólo soy un hombre incomprendido.
Se han inventado - ado
la otra realidad - idad
de mi ser crístico,
como si fuera el germen
de un tronco destruido por el rayo.

Relámpagos de sueños sumergidos
en noches de visiones
nómadas
lluviosas
infinitas
consteladas por hilos siderales.

Yo,
Vaslav Nijinsky,
he vuelto del pasado,
del abismo sutil del inframundo,
para empezar de nuevo
la danza del amor evanescente
y el temporal del arte...

Anónimo, cual dios desconocido,
me recreo en el líquido amniótico
y en la antorcha del mundo me reencarno.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Entre tus más grandes poemas y Oraciones estará Nijinsky. La conjunción exacta de comprensión y devoción.

Lo dicho, Ana. Estás sembrada.

Abrazo a ver si me contagias.

Ana Muela Sopeña dijo...

Me alegra que este poema sobre Nijinsky te haya gustado.

Llegó tras leer unos fragmentos de su diario...

Abrazos
Ana