*
Un viaje sin reloj hacia la nada
progresa ciegamente en el reflejo
de los charcos amados por la lluvia.
La ausencia se apodera de los árboles
y mi alma contempla en lejanía
el poder silencioso del vacío.
La soledad se muere por los pórticos
y lucha por tejer entre las nubes
el sentimiento puro de la infancia.
Abrazo este momento melancólico
y recojo las flores ya marchitas
de nuestro encuentro lúdico
a través de las huellas del crepúsculo.
El dolor va adueñándose de todo
y diviso ese muro inexpugnable
del que siempre me hablabas...
La niebla se ha tornado casi onírica
y el adiós dominado por los astros
es sólo la ilusión de los cobardes,
porque eso es lo que somos, nada más...
La ciudad,
como escenario íntimo de nuestros besos lúbricos,
se ha quedado muy fría.
Pronto llegará la navidad.
Las luces de los árboles:
adornos sin sentido para muchos.
Mientras la nieve blanca, casi azul,
cubrirá mi mirada
y te convertirás en mi memoria
en la imagen de un mundo traicionado...
Ana Muela Sopeña
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6 comentarios:
Triste y emotivo.
Besos.
Infinito viaje hacia la totalidad de la nada. Tal vez la poesía sea ese viaje por momentos y sonoros escenarios y geografías personales...
Me has encantado una vez más, Ana. Abrazos.
Como siempre, Ana, tu poesía es mas que unos hermosos versos.
Tiene la magia de ahondar, curar, a veces doler, y conmocionar...
Besos cercanos
Gracias, Amapola, por tus palabras.
Un beso grande
Ana
Muchas gracias, Carlos, por tus palabras tan positivas.
Siempre es un placer verte en mi ventana.
Un beso
Ana
Gracias, Soco, por tus hermosas palabras para con mi poesía.
Besos a montones
Ana
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