miércoles, 17 de enero de 2018

SÍNDROME DE ULISES

*
La lluvia torrencial
preside sin preguntas
esta noche callada y misteriosa.

Todo parece un mundo peligroso
en mitad de la bruma.

El viento se entremezcla con el ruido
de los coches lejanos.

Un camión se hace eco
de las constelaciones.

El sonido del agua me recuerda
el flujo emocional
de la sombra escondida
en la oscuridad de las aceras.

Un hombre solitario
camina por las calles
paseando a su perro.

Las horas se presentan melancólicas
en la nostalgia apátrida.

Siente el vacío, preso de la luna.

Su familia quedó tras el océano
y ha venido tan sólo a trabajar.

El síndrome de Ulises le corroe,
pero sigue adelante
como si no pasara nada.

El aguacero le libera de sus cargas
y experimenta un hambre de infinito.

Deambula sin un norte
en la madrugada silenciosa.

Las farolas diluyen su tristeza
al tiempo que calcula
la cifra que podrá a fin de mes
mandar a su mujer, a Guayaquil.

Sonríe imperceptible.
Este mes no ha salido
con los compatriotas a beber.
Podrá enviar más plata...

Se contenta con poco
y entona una canción casi en susurros
que se pierde en sus huellas invisibles...


Ana Muela Sopeña

4 comentarios:

carlos perrotti dijo...

"Un camión se hace eco
de las constelaciones..."

Puedo verlo, Ana, es como son todos tus versos, visibles.

Abrazo!

María Socorro Luis dijo...


Poética, triste y bella radiografía de tantas vidas...

La pena de los otros en tus versos. Besos mil, Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Me alegra, Carlos, que lo hayas disfrutado.

Un beso
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Muchas gracias, Soco, por acercarte a mi espacio.

Es siempre un placer saber de ti.

Besos a montones
Ana