*
Los amigos se marchan en silencio
por las calles dormidas y el olvido
a través de momentos de sigilo
que se quedan bailando sobre el miedo.
Parece que hay memorias sin un sueño
abandonado a golpes, sin cariño,
más allá de las horas, clandestino,
alumbrando el reloj de los desvelos.
La muerte se aparece de repente
en mitad de los años de dolor,
para saber del pulso de las aguas.
Y de pronto pensamos en la suerte,
en aquel roce suave que marchó
convirtiendo el deseo en una estatua.
Ana Muela Sopeña
miércoles, 28 de febrero de 2018
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2 comentarios:
¿No sientes que hay momentos de escritura que no debieran acabar nunca?
Hay momentos de lectura, más nítidamente, hay momentos en uno lee con la pretensión de que la prosa o el poema o el cuento (o lo que fuera) no acaben nunca. Como en este caso, amiga. Te felicito.
Abrazo que ojalá llegue hasta allá.
Es siempre un placer saberte como lector, Carlos...
Gracias
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