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Cuando la vida nos invade en medio del dolor y la nostalgia
nada puede pasar sin heridas mientras todo en el mundo es de barro.
A veces la belleza del naufragio se parece a esos sueños
donde todo se ha perdido incluso el hambre,
pero persiste la mirada,
siendo los límites del vértigo el silencio y los enigmas del vacío.
Una lágrima puede morir en la distancia de la sombra
y adentrarse en el desierto de otro cuerpo
al penetrar
en el territorio del mutismo.
Cuando todo se derrumba
el observador se hace de agua
y las mentiras se diluyen entre burbujas de visiones.
Sobre la estrella del amor el transeúnte apaga su ansiedad existencial;
mas la ceniza llega y rompe el código,
porque todo es efímero...
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Tan cierto. Todo es tan efímero, tanto que cualquier cosa puede al instante siguiente ya no ser lo que era. Hay quienes detectan esto en su cotidianeidad. Otros lo sufren. A algunos inclusive les resbala que las cosas puedan ser de esa manera. A mí me pasa, lo veo, en sentimientos, opiniones... Todo es tan efímero como cambiante.
Abrazos, Ana. Me has hecho sentir y pensar con este gran poema.
Así es, todo es muy efímero. Algo que damos por hecho se destruye...
Y entonces ¿qué?
Tenemos que pensar que el mundo es impermanencia...
Un beso
Ana
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