Palabras
como escudos
entre la niebla
parecen fisuras,
fríos huecos del alma.
Cuando el sonido nos cubre
como una lágrima en lo oscuro
vislumbramos de nuevo el sentido.
A veces es mejor no decir nada
o tener que callar siempre por no herir.
En la distancia kilométrica de espíritus
puede haber dos universos paralelos
o simplemente un clic de comprensión.
Hace tiempo que el mundo se ahoga
por ese diálogo que falta.
Las personas, por su herida,
no saben que la sangre
es igual en todos:
los hematíes,
la hermandad,
el verbo...
Ana Muela Sopeña
2 comentarios:
Infinidad de heridas para una misma sangre... Qué se le puede agregar a tan iluminada poesía.
Abrazo, Ana.
Gracias, Carlos, por venir...
Un beso
Ana
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