lunes, 16 de abril de 2018

QUIMERA

*
Los aviones fumigan sobre las almas grises,
pero todos estamos en deuda con la herida.
El mundo se hace polvo con la violencia ciega
de todos los conflictos.
Parece que la luz se ha encapsulado,
dormita en noticiarios y en volcanes.

Las antenas del Haarp nos vuelven zombis,
nos transforman en bots.
Somos cuerpos de dioses con sangre de animales
y estamos en las filas de los viejos arcontes,
aunque la lucidez sea quimera.
El aire es ya letal, como los verbos,
se ha vuelto irrespirable.

Los niños en prostíbulos lloran sin ser oídos,
el monstruo se los come.
Las cortinas de humo despistan a nuestros ojos hechizados
con drogas de la élite.
En el cine nos silencian con los héroes, como cuando éramos párvulos,
repitiendo sus frases y clichés.

En la mirada del amor perdido por todo el universo
se hace palpable la memoria de los genes
que se extravió por el trayecto
y nunca comprendimos el alcance del arcano del Loco.

Ahora, al despertar cada mañana
con metales
que en el aire nos definen tóxicos, más allá de la lógica;
podemos vincular nuestra experiencia
al mundo de la magia y la utopía
con ofrendas de agua.


Ana Muela Sopeña

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