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Tu piel es mi refugio,
mi sueño libertario
donde alcanzo la luz de una vida sin sombras.
Mi cuerpo es tu noray,
donde atracas tu barco
después de la batalla sumergida en abismos.
Mis manos te recuerdan en mitad del naufragio
como un superviviente de guerras cotidianas.
Tus labios me recorren en tardes de llovizna,
cuando todo parece perdido en la añoranza.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Me has puesto de rodillas, Ana. Admirable poema.
Abrazos.
Gracias, me alegra que el poema te haya gustado, amigo...
Un abrazo
Ana
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