sábado, 9 de marzo de 2019

LA SEPULTURA DE MI PADRE

*
Los nombres en la lápida
grabados con las letras ancestrales
de una memoria única
que se alza inexpugnable
contra la brisa fría del olvido.

Un arbusto que nace desafiante
a pesar de los vientos del destino.

Una virgen plateada con el niño
de un estilo románico tardío.

Dos cruces que presiden
el eterno descanso de los deudos.

Los apellidos firmes,
estables contra el tiempo de la nada.

Flores llenas de fe
para mostrar el pulso de las cosas,
el ciclo interminable
de la respiración de la ciudad.

Cincuenta y ocho años
de llantos y suspiros,
ofrendas y plegarias,
dudas e incertidumbres.

La muerte inexorable
atrapa con regalos traicioneros
y precisión certera
cuando llega la hora...

El silencio dormido en "Vista Alegre",
el camposanto de Bilbao.

Cipreses rodeando
las hileras de tumbas.

Mausoleos acordes
a la vana impostura
de los moradores que se fueron.

Nichos en columbarios
con placas e inscripciones
adheridas al alma atemporal.

Esculturas de ángeles
con sus alas de piedra
y sus ojos abiertos a la luz.

Panteones y grises sepulturas,
unas detrás de otras,
recordando sin máscaras
la sucesión exacta
del orden en el caos y del desorden
del almacenamiento de las sombras.


Ana Muela Sopeña

(28-7-2018)

4 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Estremecedora descriptiva mirada, Ana.

Teresa dijo...

Muy bonita. Besitos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Carlos, por venir:

Un fuerte abrazo
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Teresa:

Un beso
Ana