*
La lluvia sigue cayendo
y mis lágrimas de exilio
asoman sin esperanza
más allá del precipicio.
Suena un grifo que gotea
mientras el halo de un lirio
se asemeja a una luz blanca
que busca piel de cilicio.
Ya no sé dónde encontrarte
te has escondido en un sitio
donde no llega mi voz,
donde el viento es de silicio.
Eres la luz del crepúsculo,
siempre abrazas a la sombra
en el pabellón del trueno
dominado por la rosa.
Sabes ser ceniza y frío,
el tormento de una losa
se parece a un gran secreto
que escapa en una carroza.
Cuando te miro me callo.
Eres como una paloma,
siempre reclamas amor
ya muy tarde, a deshora.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Tras las cenizas, la desolación nos puede hacernos caer en brazos de la misma paloma ingrata.
Versos potentes.
Un abrazo
Ninguna hora es más triste que aquella en la que asumimos que es demasiado tarde. Lo has puesto en palabras tan nítidas.
Abrazo, Poeta!!
Gracias, Albada, por venir:
Besos a montones
Ana
Siempre es un placer, Carlos, verte por aquí:
Un beso enorme
Ana
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