sábado, 26 de octubre de 2019

MUÑECA DE LA LUNA

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El uno de noviembre nací muerta entre los cementerios de la herida que dejaste en mi cuerpo con tu marcha. Un adiós sin palabras me lastima. Me convierte en muñeca de la luna. Me conduce por rutas con las máscaras de piedra en la distancia de la noche. Yo supe que aquel árbol de la calle custodiaba nuestro mundo silencioso. Yo golpeé las hojas conectadas al placer de la inocencia. Yo quise ser tu sombra malherida. Tu dicha, tu secreto, tu gozo clandestino más allá de los límites del vértigo. Yo quise ser tu espejo sin chantajes, ni sobornos atados a la magia de maleficios llenos de agresión. Quise ser tu guarida solitaria, tu refugio cargado de presagios. Pero no lo logré y ahora entre las nubes, con la lluvia, he decidido ser tan solo el éter, lo invisible del reino, la sentencia de la condenación en tu universo plagado de preguntas sin respuesta. El núcleo de las aguas en el barro, más allá de la luz inextinguible...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Albada Dos dijo...

Hay relaciones que nos desgastan. Muy buen texto.

Un abrazo

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Albada:

Un abrazo grande