jueves, 7 de noviembre de 2019

DESENCANTO

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Aterricé en tu sueño, sin certezas, como cálida diosa del instinto, sabiendo que el amor era una imagen atrapada en tu mundo familiar. Supuse que tus álbumes de estío podrían esperar a la belleza en mitad de las cúpulas de piedra de la catedral de Notre Dame. Las gárgolas dormidas se afanaron en demostrar que todo fue un teatro, luces entrelazadas con despistes de carreras de viento en la tormenta. Un laberinto lleno de contrastes se llevó los misterios de la lluvia al tiempo que la herida melancólica comenzó su trayecto existencial. El tren de las guaridas se hizo híbrido al insistir en reinos de lo oscuro, amarrando los cuentos a la sangre. Un desencanto triste se hizo umbral de todo lo que hería lo sensible al llegar al secreto de la vida. Lo tierno se inclinó hacia los detalles, dentro de las esferas de la luna. Un círculo de códigos ocultos me susurró al oído las palabras, esas que se quedaron en tu cofre que nunca pronunciaste en la ebriedad.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Albada Dos dijo...

París como marco de un tren de anhelos que descarrilan. Me ha resultado muy otoñal y onírico. Me ha encantado.

Un abrazo y por París, escenario de posibles, de imposibles y de sueños en la piel.

Ana Muela Sopeña dijo...

Pero a veces lo imposible se torna posible...

Además, no podemos vivir sin sueños. Si sueños no se puede salir a la calle.

Un beso