*
Los barcos del Nervión
me observan con sus ojos de deseo
en esta noche fría de noviembre.
La "D"
se dibuja desnuda
en la calima de las horas.
Una mujer de sueño
deambula por el muelle,
se apoya en los pretiles
sollozando entre árboles de niebla.
La "e"
traza su borrachera
entre los arbustos del paseo.
La lluvia tintinea en los cristales
mientras el sonido de los coches
actúa como un conjuro mágico.
La "s"
se tambalea en torres de ignorancia,
encerrada en su jaula.
Veo el puente colgante
que se alza bajo el cielo a través de la bruma.
La "p"
danza con su perfidia
en el veneno rojo de una pócima.
La luz transforma la belleza
en este simulacro del otoño.
La "e"
se parece a los monstruos
de la clase de párvulos.
Los labios de las nubes
me abrazan con sus sombras de crepúsculo.
En mitad del camino
se divisa un instante de locura.
La "d"
visualiza su caos dentro de un pozo.
Cuando lo oscuro cae
sobre el muro de piedra
el hombre del relámpago se viste con su parka
y un instinto ancestral lo transfigura.
La "i"
alterna un sortilegio con el canto.
La mujer solo alcanza
a ordenar su pequeño territorio
para exorcizar lo que no entiende.
La "d"
anuncia sin pesar que todo es maya.
El corazón anónimo de alguien invisible
se convierte en un tren
que atraviesa la esfera de obsidiana
por la fisura de la infancia.
La "a"
ampara lo intangible
con lágrimas de exilio.
Los amantes que danzan desde eones
volverán a encontrarse en otro tiempo.
Ana Muela Sopeña
jueves, 28 de noviembre de 2019
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6 comentarios:
Magnífico.
Abrazo admirado, Poeta!!
Qué despedida teñida de ocaso, qué versos a flor de piel, en la soledad de la tarde vacía.
Un abrazo y tarde bonita para ti.
Que maravilla...
Un abrazo sin despedida.
Me alegra mucho, Carlos, que este poema te haya gustado.
Besos a montones
Ana
Muchas gracias, Albada, por tu bello comentario.
Un beso enorme
Ana
Me agrada mucho, Laura, verte por aquí...
Gracias por visitar mi espacio
Besos a montones
Ana
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