sábado, 2 de noviembre de 2019

PORTADORA ERRANTE

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Me enamoré de la sombra y esa sombra tenía nombre de varón; pero era solo una quimera, atrapada en un reino de ficciones que se escondían siempre del relámpago y se amaban al sol de medianoche. Cuando todo se anegaba en el silencio la madreselva emitía un dulce arrullo y la lluvia susurraba como perla en la madrugada del misterio. Amé desde la risa y la esperanza mientras todo moría en precipicios de locura. Me enamoré de la niebla, para soñar desnuda con el mar y presentir sin miedo las tormentas. Me enamoré de la bruma más atávica con murmullos de agua y flores secas en mitad de la herida melancólica. Fui portadora errante de otro sueño, me introduje en los puentes de la luna, cicatricé sin miedo... en el vientre del mundo. Alumbré sin saberlo la oscuridad del pánico y nació la belleza sin aristas como desde otro punto más intenso, lleno de lo esencial tan milimétrico, la presencia de un vértigo infinito...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Albada Dos dijo...

Ser adquirente de unos sueños, como quien escoge un príncipe que esconde a la más necia de las ranas. Quedarse luego con lo más bello que nace del desengaño, la luz de la esencia viva.

Un abrazo

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias por tus palabras, Albada:

Siempre una alegría tu visita.

Besos
Ana