Solo sombra, solo niebla, solo bruma,
en la tarde que viste de nostalgia
las horas melancólicas del mundo.
Solo agua, solo viento, solo mar,
cuando el crepúsculo seduce con su luz
la mirada imperceptible del instinto.
Solo lluvia, solo nubes, solo frío,
en esa noche antigua que nos lleva
hacia los precipicios de la herida.
Solo estrellas, solo luna, solo arena,
sobre la madrugada de la sangre
que cabalga quimeras en el sueño.
Solo piedras, solo herrumbre, solo polvo,
en el amanecer de la belleza
más allá de los muros de la angustia.
Solo cuerpos, solo piel, solo labios,
al sol del mediodía de origami
mientras los niños juegan en el parque.
Ana Muela Sopeña
8 comentarios:
Es de una riqueza insondable, por bien que añades el "sólo".
Ojalá no nos falte ninguna de estas cosas. Un abrazo
Me alegra, Albada, que este poema te haya llegado.
Un beso
Cuando un poema hace de un solo... tanto.
Gracias por acercarte a estos versos...
Un abrazo
Me parece un poema magnífico. Es de esos poemas que te gusta releer despacio varias veces, y cada vez te gusta más.
Me ha encantado.
Besos.
Muchas gracias, Carmela, me alegra que te gusten estos versos.
Un beso grande...
Todo pasa imperceptible ante tu mirada...
Intensa es la herida que ha dejado el amor, que no hay cabida para las emociones.
Poema intenso que llega profundamente.
Un beso querida Ana.
Gracias por brindar tu opinión aquí.
Besos y abrazos
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