martes, 28 de abril de 2020
CREPÚSCULO
La tarde se despide melancólica,
mientras el horizonte
esboza con su luz algo escondido.
Las gaviotas dibujan el crepúsculo,
planean sobre el mar y sus destellos
para soñar, eternas, desde el aire.
El sonido del viento
aquieta la ansiedad de la nostalgia.
Las olas van desnudas en susurros,
envolviendo el instinto ya olvidado.
Hay rocas en la playa solitaria
que descubren los códigos del mundo,
ocultos en enigmas de otras rutas.
Las horas se diluyen como espejos
en caminos de sombras de cenizas.
El silencio acompaña la mirada,
en la contemplación de los espacios,
con una caracola indescifrable
donde el náufrago herido se refugia...
Ana Muela Sopeña
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18 comentarios:
Una tarde más a la que decirle adiós.
Mientras miro al horizonte y deposito en él ya no solo mi confianza sino casi todos mis sueños.
Un abrazo enorme.
Es verdad, Laura:
Estamos ya hartos de este encierro. Este crepúsculo no lo he visto. Me lo he imaginado.
Un beso enorme
Una pintura. Pero no sólo para los ojos. Para admirar con todos los sentidos.
Abrazo, Ana, y más abrazos.
Echamos de menos ver libremente los atardeceres.
Un beso enorme, Carlos...
Te hipnotizas mirando y escuchando el vaivén de las olas.
Cómo sería morir en alta mar, con un cortejo de gaviotas?
Benditos los atardeceres marinos!!
Precioso poema Ana. Besos
Los atardeceres mirando al mar son sencillamente perfectos. Los quieroooo...
Tengo varias playas cerca de mi casa, pero han prohibido el acceso. Buahhhh...
Un beso grande
Otro día más en el que poder refugiarse en silencio Ana.
Te dejo mis cariños para esta noche.
Te me cuidas amiga.
Gracias, Ani:
El silencio siempre es hermoso, pero tanto el silencio como la soledad deben ser elegidos. Está no elección empieza a ser un poco agobiante...
Un beso
Las ganas que tengo de volver a contemplar esos crepúsculos gloriosos, cuando el mar y la infinidad nos refuerzan la conciencia de ser.
Un abrazo y feliz día
Los crepusculos nos conectan con la inmensidad, Albada.
Un beso y muchas gracias por venir
Me cuesta aceptar el símbolo del crepúsculo. Ya sabes, para aplicarlo a la vida, al apagamiento, a la caída de etapas, a los fracasos, etc. Siempre he querido ver en el ocaso solamente una manifestación de la Belleza. Sin melancolías. Curiosamente me ha pasado parecido con la Belleza del amanecer. Su contemplación navegando me ha parecido lo más excitante que puede percibirse. Tal vez la percepción salina y el olor de un buque y su mecer inconfundible acompañaran a ello. La aurora es como el nacimiento de un amor. Apenas imperceptible, lento, parsimonioso...y cuanto casi ni te das cuenta el alba ha estallado en su incipiente plenitud ante tus ojos. Nimios humanos nosotros. Disfrutamos de nuestra óptica de las cosas, incluso de aquellas a las que somos ajenos y que el caos del Universo ha puesto ahí en su evolución sin límite, sin origen, sin previsión.
Tiene tanto misterio y belleza este poema. Pienso que esos códigos descubiertos son la naturaleza misma, de la que quedamos privados por ahora. Quedan sólo los árboles y pájaros de la esquina.
Abrazos.
Hermoso tu comentario, Fackel:
Siempre en la naturaleza la belleza nos acompaña. Sin duda un crepúsculo y una aurora son momentos de gran fuerza y emoción.
Después, si los seres humanos hemos hecho símbolos basándonos en el atardecer y en el amanecer es otro cantar. El ser contemplativo no enjuicia. Simplemente vive el presente y acepta la realidad tal y como es.
Un abrazo
Es cierto, Patricia:
Menos mal que hay árboles y pájaros en la esquina.
Los códigos efectivamente son la naturaleza, el universo, los animales, sus ritmos y sus leyes.
La liturgia del crepúsculo. Siempre su belleza y magia precursora...
Así es, Soco:
Hay algo tan bello en un atardecer que simplemente con su contemplación podemos sentirnos bien.
Besos
Esos atardeceres llevan la magia
que nos emociona al verlos, lindo
visitarte mi amiga.
Besitos dulces
Siby
Muchas gracias, Siby, por tu preciosa visita.
Que podamos disfrutar de los atardeceres y amaneceres pronto.
Un besito
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