viernes, 30 de octubre de 2020


 

EN LA CELOSÍA

Por la noche te espero

en la celosía.


Suena la sirena.


Los perros ya no ladran 

en lo oscuro.

Debes partir a lo desconocido.

Allí te aguarda la aventura

de la quimera prodigiosa.


Pero yo permanezco tras los muros,

donde mirarnos sin velos,

ahora que los relojes ya no existen.


Al alba tú me esperas

en el jardín secreto.


Es muy temprano.


Hay gatos escondidos.

Debo encontrar 

el antídoto contra la desmemoria.


Continúas respirándome

en el campo oculto,

mientras las horas pasan 

imperceptiblemente.




Ana Muela Sopeña 


 

KOAN

 El ente existe

y mata ciega-m-ente.

Claro que existe.


Pero el ente no existe 

y no mata ciega-m-ente.

Claro que no existe.


Pero ¿quién es el ente?


Es un koan.


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Zzzz Zzzz Zzzz Zzzz Zzzz


El cielo está encoronavirado

¿quién lo desencoronavirará?

El desencoronavirador

que lo desencoronavire

buen desencoronavirador será. 


Aaaa Aaaa Aaaa Aaaa Aaaa


Lenguaje binario

1 = Sí

0 = No


1 x 0 = 0

Sí x No = No


Lenguaje inverso binario

1 = No

0 = Sí


1 x 0 = 0

No x Sí = Sí


Lenguaje anverso / inverso ambivalente binario

1 = Sí/No

0 = No/Sí

Sí/No x No/Sí = No/Sí


¿Pero esto qué es?

"El trino del diablo" de Giuseppe Tartini.


El gato de Schrödinger está al mismo tiempo vivo y muerto. 


Eso es lo que nos pasa. 

Que estamos al mismo tiempo 

vivos y muertos. 

Es una paradoja. 



Ana Muela Sopeña

jueves, 29 de octubre de 2020


 

LA HABITACIÓN DEL BESO

Soñamos sin censura con el otro

para volver entre visiones

a ser protagonistas,

en mitad de la crisis,

en el lugar amado del encuentro.


La habitación del beso es como un lienzo

donde habitan nuestros dobles con sus máscaras.


Un jarrón que descansa en su quietud

nos mira desde el fondo del silencio.


Los libros apilados y las flores,

la ventana feliz.


Los cuadros sonrientes, las cortinas.


El roce de la piel es lo que importa.

Los labios recordando los momentos

de olvido en el hechizo del placer.


Un fractal en la noche

para disolver toda la sombra.


Quiero ser tu lujuria

en medio de mi vértigo invisible...


y que tú seas solo mi lascivia

escondida en el vórtice del tiempo.



Ana Muela Sopeña 

 


RAÍCES DEL INSTINTO

La soledad se cierne 

sobre la ciudad amedrentada.

Se esconden las raíces del instinto

mientras el tiempo único  

se avalanza sin pánico a la niebla.



Ana Muela Sopeña

martes, 27 de octubre de 2020

 


MUNDOS INTANGIBLES

A veces en lo oscuro

tu piel en la memoria

se parece a una grieta silenciosa

mientras mis labios rozan tu aislamiento.

Hay fisuras de mundos intangibles

cuando tus besos 

me llevan al umbral

del hueco misterioso,

donde mi abrazo etérico

rodea con su círculo invisible

el vacío del cosmos

y llena tu mirada de presagios.



Ana Muela Sopeña

domingo, 25 de octubre de 2020


 

SUEÑOS LÍQUIDOS

Sobre

tu

cuerpo

la

belleza 

del

agua.

Insinuación.



Ana Muela Sopeña


 

LLUVIA TORRENCIAL

 La lluvia inunda calles y portales 

mientras la gente corre sin un rumbo

hacia ninguna parte.


Me refugio despacio

en una marquesina.


Espero quietamente 

subir al autobús de los amantes.


Recorro esa ruta luminosa

que me lleva al lugar del encuentro.


En el viaje rememoro los instantes

de sonrisas compartidas.


Acudo lentamente

al portal silencioso...


De pronto me despierto...


Descubro que las calles y la lluvia,

el autobús, la marquesina 

y el portal

son producto de un sueño,

como la vida misma.


Un holograma clandestino,

una ilusión furtiva

que se diluye en el tiempo sin tiempo

del reloj endecasílabo del mundo.



Ana Muela Sopeña

sábado, 24 de octubre de 2020




CREPÚSCULO EN EL MUELLE

 A la tarde las barcas

con sigilo se duermen

en el embarcadero.


A lo lejos el monte del Serantes

preside con sus luces

ese tiempo sin tiempo del crepúsculo.


Es la hora mágica del cielo

que, con sus nubes híbridas,

abraza la nostalgia de la gente.


Las gaviotas sobrevuelan los pretiles

y descienden contentas

sobre el agua,

para atrapar sus peces 

con la suavidad de lo sonámbulo.


Miro el horizonte, 

contemplo la belleza

del atardecer entre murmullos.


El viento de la noche se prepara

para sorprender a los que sueñan.


Un pensamiento mundo

irrumpe en los contornos de las grúas

y sumerge las siluetas de los bancos

en su sombra de círculos azules.


Los árboles esconden en silencio

la melancolía de las casas

con sus portales llenos del enigma

de miedos invisibles.


Tu nombre me resuena en los oídos 

y no olvido la magia de tus manos

que abarcan sin temor un universo

de acordes inaudibles.



Ana Muela Sopeña


 

EL HABITANTE

 El habitante abre las compuertas

de los contenedores de la luz.

Busca entre los plásticos 

los restos salvadores de alimentos.

Revuelve las revistas

por si alguna se puede rescatar.


Admira de las calles

los reflejos dormidos

de las escaparates de las tiendas.


Deambula entre farolas

intentando encontrar la solución 

a su perdido rumbo.


El habitante sabe

de la soledad más infinita.


El tranvía le hace recordar

el tiempo de su infancia

cuando subía con sus padres

la cuesta temblorosa

en el funicular de Archanda.


Han pasado los años

y ya nada se parece a lo de antes.


Se bebe las estrellas por las noches

cubierto con su manta 

y sus cartones

y pide solamente un día más 

para seguir viviendo

aunque no sepa muy bien por qué motivo.


El habitante cuida la ciudad

con sus plegarias mudas del asfalto.


Duerme sin dejar de estar alerta

por temor a que le roben

la ropa que le abriga.


Amanece despacio.

Con los primeros rayos de la aurora

se levanta sin ganas

y vuelve a caminar sobre las piedras

de aceras indolentes

mirando a todas partes,

por si existiera una sorpresa

que le permita un cambio o un milagro.



Ana Muela Sopeña

viernes, 23 de octubre de 2020


 

EN LOS CUÁSARES

 Bésame con los púlsares

al tiempo que tocamos las estrellas.


Abrázame en los cráteres lunares

para soñar despiertos con el éter. 


Rózame con tus dedos de Neptuno

a través de galaxias eonarias.


Llévame a nebulosas 

de partículas cuánticas

en el horizonte de sucesos.


Susúrrame palabras en los cuásares

para que descubramos esas sílabas

que abran las compuertas de la luz.



Ana Muela Sopeña

miércoles, 21 de octubre de 2020


 

LLUVIA

 A Albino Santos


Sobre la arena

una piedra de luna.

Dulce naufragio.

Una visión de sombras,

la lluvia en el crepúsculo.



Ana Muela Sopeña

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CHUVA

A Albino Santos


Sobre a areia

uma pedra de lua.

Doce naufrágio.

Uma visão de sombras,

a chuva no crepúsculo.



Ana Muela Sopeña



martes, 20 de octubre de 2020


 

POR LA CIUDAD DORMIDA

 Recuerdo tu sonrisa atravesando el río de los sueños. La belleza de un día nublado. La cortina rasgada de la bruma. Tu energía saltando por la ciudad dormida. Extraño de tu rostro la mirada. La nostalgia de un mundo  compartido. En la melancolía de la herida, tu sangre derramándose. Poco a poco las calles se abren a visiones más alegres. Recuerdo de tu luz la melodía de un crepúsculo anclado en la tormenta. Echo de menos todos los instantes que perviven aún en mi memoria. 



Ana Muela Sopeña


 

INCERTIDUMBRE

 A veces la belleza de la luna

no puede soportar la incertidumbre.



Ana Muela Sopeña

domingo, 18 de octubre de 2020


 

TOBOGANES EN LA NIEBLA

 Tu mirada se desliza 

por los toboganes en la niebla.


Abrazas la nostalgia de la luna

en un parque infantil.


Hay columpios que escuchan

el devenir eterno de las cosas.


En la bruma invisible

un caballito espera

a las nubes del alba.


Mi mirada te ampara en la distancia

mientras susurra el viento entre los barcos.



Ana Muela Sopeña


 

SILENCIO NOCTURNO

Las heridas de ausencia

son como fantasmas despiadados.


A veces no sabemos dónde ir

en mitad de la nada.


Todo lo que algún día nos llenó

se esfuma lentamente

en las noches de arena.


Las nubes se deslizan por el cielo

mientras el laberinto de la vida

se parece a los círculos de sombra.


Hay una voz que pugna por gritar,

como en un alarido subrepticio.


El silencio nocturno

disfraza la locura de las calles,

se filtra entre las piedras

y los edificios de los sueños.


Cuando camino por los bordes de las plazas

se abren las compuertas de otros mundos.



Ana Muela Sopeña

miércoles, 14 de octubre de 2020


 

OCTUBRE

La lluvia se disuelve en el paisaje

mientras rachas de viento

aprisionan la sangre del pasado.


Atrás quedó el verano

con sus horas más tenues...


Ahora cada día

anochece más pronto

y el alma se contrae bajo la bruma

de los atardeceres misteriosos.


En este mes de octubre

la soledad del mundo se ha hecho mía.


Ayer entre mi pelo

encontré una hoja seca.

Debió caer de un árbol somnoliento.


El otoño no sabe de respuestas,

tan solo de preguntas invisibles.


El frío nos permite recordar

lo efímero de todo

y el devenir eterno hacia la nada.



Ana Muela Sopeña


jueves, 8 de octubre de 2020

ACERAS NOCTURNAS

La soledad invade las aceras

con la lluvia sonora que persiste

en el vértigo herido de la noche,

en mitad del instinto del otoño.


Los semáforos saben de silencio

y un caminante solo

detiene sus visiones

bajo estrellas lejanas.


Un gato callejea con la luna

y busca su destino

más allá de los huecos de los coches.


La mirada persigue entre las calles

el dulce resonar de las farolas,

en la respiración del árbol mudo.



Ana Muela Sopeña



 

LAS MORAS

 Cuando era pequeña mi padre nos llevaba a coger moras. Era todo un ritual. Salíamos contentos con bolsas y con baldes de la playa. Nos acercábamos en coche y después caminábamos hasta las zarzas. Con cuidado arrancábamos una a una. Descartábamos las rojas, las bicolor, las pasadas y las secas. Solo traíamos a casa dos o tres kilos. Todas en su punto exacto de maduración. De regreso las lavábamos, secábamos y preparábamos con azúcar. Cada ración la poníamos en un bol. Mi madre no nos dejaba comerlas junto a otros alimentos. Había que tomarlas solas para merendar o desayunar. Mi abuelo Ramón (que no vivía con nosotros) las prefería con vino tinto y azúcar. Venía expresamente a por su ración de moras. Recogerlas, prepararlas y comerlas era una fiesta. Nos daba la sensación de que la naturaleza nos colmaba de este néctar de los dioses para premiarnos. Mi padre siempre estaba de buen humor en estas excursiones ya que ir a buscar nuestros preciados frutos le relajaba y le permitía desconectar de sus problemas. Recuerdo estas salidas con deleite. Ahora, cuando veo las moras en sus zarzas, o en las estanterías de los supermercados, sonrío y un aroma especial me viene a la memoria. Observo que mi padre vive todavía en estas frutas tan jugosas a pesar de que ya nos dejó en el año dos mil diez, en una madrugada de verano. 


Ana Muela Sopeña

miércoles, 7 de octubre de 2020


 

VUELVE

 Vuelve,

de las profundidades de la tierra

donde los precipicios de la sangre

se tornan invisibles.


Vuelve,

del mar embravecido

a través de los fármacos

que eliminan el virus de las células.


Vuelve,

en ese quieto aire que confluye 

con las grietas abiertas de la piel,

en los acantilados de los lobos.


Vuelve,

envuelto en la fiereza de las llamas

de esta batalla extraña contra el covid.


Vuelve,

para adueñarte de la vida

y navegar sin miedo por el número

del laberinto lúdico de amor.


Vuelve,

antes de que los astros 

diluyan con su giro

lo inmaterial en mundos intangibles.


Vuelve,

para pintar las horas del crepúsculo

con los colores nítidos 

de una mirada abierta al infinito.


Regresa del futuro,

para sanar fisuras

encriptadas en páginas de piedra.


Retorna del pasado,

en las alas del ave de las nieves

para que al conocerte me conozcas.


Adéntrate en los círculos del árbol 

que canta las canciones de las nubes

y sueña con el pulso de los cuásares.


Bucea con tu cuerpo sumergido

en la memoria suave

de las constelaciones boreales

a través del océano

insertado en archivos primigenios.


Recuerda el manuscrito del rocío 

que observa la mañana

con sus errantes átomos 

cargados de visiones.


Vuelve,

del infierno del norte

y vislumbra la luz de las edades

en los bancos de hielo...


Ana Muela Sopeña


viernes, 2 de octubre de 2020


 

SEPTIEMBRE

 La memoria de ti se ha hecho silencio.

En mitad de la herida: la conciencia

de estos días oscuros.


Tu ausencia es como un barco

que penetra por puertas y ventanas

y forma ciegamente

las promesas de otoño. 


Me pregunto qué ocultos tratamientos 

te aplican en la sombra.

Qué oxígeno te brindan por las noches

o si el intento de curarte

se cruza con el árbol de septiembre.


Hay un mundo en la niebla

en donde tú no estás.


Permanezco a la espera

en las marquesinas de autobús.


Escucho quietamente

los sonidos de un reino ya caduco.

No quiero que este virus 

desgarre nuestro instinto de belleza.


El infinito amor de las estrellas

me brinda el llanto denso

de esta ciudad sin nombre.


Aparezco en tu vida

como una visión clara de futuro.


Las horas se revelan a la muerte...

Aguardo de tu luz tan solo el eco,

en la respiración de lo que existe.



Ana Muela Sopeña


 

HELIANTEMO

Respiración,

heliantemo de luna.

Árbol de infancia.



Ana Muela Sopeña