El habitante abre las compuertas
de los contenedores de la luz.
Busca entre los plásticos
los restos salvadores de alimentos.
Revuelve las revistas
por si alguna se puede rescatar.
Admira de las calles
los reflejos dormidos
de las escaparates de las tiendas.
Deambula entre farolas
intentando encontrar la solución
a su perdido rumbo.
El habitante sabe
de la soledad más infinita.
El tranvía le hace recordar
el tiempo de su infancia
cuando subía con sus padres
la cuesta temblorosa
en el funicular de Archanda.
Han pasado los años
y ya nada se parece a lo de antes.
Se bebe las estrellas por las noches
cubierto con su manta
y sus cartones
y pide solamente un día más
para seguir viviendo
aunque no sepa muy bien por qué motivo.
El habitante cuida la ciudad
con sus plegarias mudas del asfalto.
Duerme sin dejar de estar alerta
por temor a que le roben
la ropa que le abriga.
Amanece despacio.
Con los primeros rayos de la aurora
se levanta sin ganas
y vuelve a caminar sobre las piedras
de aceras indolentes
mirando a todas partes,
por si existiera una sorpresa
que le permita un cambio o un milagro.
Ana Muela Sopeña
10 comentarios:
Un poema muy noble, muy sentido , a esas personas que no tienen un hogar, que deambulan por la vida y también a aquellos que les faltan motivos.
Vivir es difícil y poco agradable en mi opinión.
Muy hermoso lo que has escrito Ana tu inspiración es magica
Siempre pienso que las personas sin techo no vivieron siempre así. Un cúmulo de circunstancias les ha llevado a su situación tan deplorable.
Todos podemos caer en esa situación. Las pérdidas te pueden arrebatar todo.
Un abrazo
SE bebe las estrellas ese habitante nocturno de la ciudad.
Un abrazo
Sí. Así es...
Un abrazo grande
INDIGENTES
Banal esfuerzo, obsoleto.
Grandes historias que en limosna se quedan.
Miserias de amor (hoy)…
hambruna soledad (mañana)…
si es que llega…
y no morimos todos…
con el estómago vacío.
Todos somos indigentes, de una u otra forma...
Besos.
Tienes razón, Laura:
La indigencia está en muchas partes que en la calle de los "sin techo".
Gracias por venir...
Un beso enorme
Uma noite passei por um sem abrigo. Trocámos um olhar. E nesse segundo de olhar senti vergonha. Eu, vestia roupa de marca, quente e confortável. Tinha uma casa boa, aquecida, ali bem próximo. Senti vergonha de pertencer a uma sociedade tão desigual, tão absurdamente estúpida. É dessa vergonha que falo quando alguém vira a cara para não ver, quando alguém muda de passeio para não ver. É por isso que cresceu uma bolha imensa de conformismo onde se acolhe a indiferença, a falta de coragem, a indignidade.
Para os que vergonhosamente se escondem nessa bolha, a vida torna-se, aparentemente, tão mais leve quando não tropeçam na miséria.
Besos, Ana!
La vida a la intemperie...
Abrazo grande, Ana.
Tristemente así es, Albino.
Muitos beijos
La vida de los "sin techo" tiene que ser terrible.
Un beso enorme, Carlos...
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