El dolor amenaza
por las calles sinuosas
de la ciudad oculta, laberíntica...
Una luz transformada se detecta
en mitad de la herida.
Se inicia la andadura por el círculo azul
que actúa como un bucle sin final.
Las cicatrices sueñan con la piel
de un témpano de hielo ya curado.
El instinto se apaga
al contemplar fisuras en el cuerpo
que atrapa la belleza de lo oscuro.
El vientre contenido
en la venganza
se esconde en los misterios soterrados
de la noche invisible.
La música del agua ahora es sombra
persiguiendo un crepúsculo sin alba.
Ana Muela Sopeña
8 comentarios:
Despeço-me do sol
Beijo as sombras
Abro as portas da loucura
Salto o abismo dos segredos
Sufoco meus desejos
Mortal fascínio!
Un beso, Ana!
Cicatrices que suelen y no se curan en la obscuridad de la noche y del ser.
Tu sentir es inmenso Ana mi admiración, un abrazo
Cicatrices que debemos curar, aunque en realidad, hay algunas que son lindas historias que contar.
Besos.
Hay cicatrices que nunca cierran
y se quedan en llagas mi amiga.
Besitos dulces
Siby
Preciosos versos, Albino:
Un beso
Gracias, Jorge, por venir:
Un beso
Es todo a la vez, Laura:
Quizás son inevitables.
Un beso
Bueno... esperemos que no, Siby:
Un beso
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